Exacción. José Luis Quintana Mantecón

Tristes las declaraciones que los hosteleros publican en el DM . El caso es que la orden del cierre de bares, restaurantes, incluso hoteles viene de lejos, en trazos económicos de muy lejos, pronto hará un año.

No soy bebedor, a lo más un blanco en la zona de La Cañía y pocos días, los justos para no perder el contacto con amigos de la zona; como no tengo intereses en hostelería no me ha preocupado mucho este concierto desconcierto de cierres, unas veces totales, otras parciales y otras ininterpretables.

Sí, servicio en el exterior, pero en unas condiciones, o cierre absoluto a partir de las dieciocho horas, por ejemplo, menos el sábado que se cerrará a las dieciséis.

Este trajín de órdenes, con distintas fórmulas, horarios y días nos había distraído de la cuestión principal (en lo económico): el costo.

Ya sabemos, lo primero la salud y después lo otro. Y todos de acuerdo, naturalmente. No solo eso sino que estamos dispuestos al cierre de colegios, gimnasios , distintos centros de ocio, incluso !OJO AL PARCHE! que decimos en La Montaña, la asistencia a la Iglesia donde desgraciadamente quedan cuatro feligreses. !Que sean la mitad! Le ordenaron al párroco.

¿Con qué derecho vacuna Vd. a su madre de noventa años sin esperar su turno? Le preguntaron a la doctora que debe atender a los internados por covid y dejar a su madre sola en casa.

Vuelvo a la declaración de los hosteleros. Curiosamente son poco exigentes; porque exigencia – olvido la Academia.- es pedir lo que a cada cual le corresponde por derecho.. Y el derecho en este caso de orden de cierre es la compensación correspondiente. » Cumplo mis obligaciones tributarias, mis permisos, tasas, salarios y más …, y me obligan a cerrar», eso sí, por una causa justificada.

Pero esto, Sr. Ministro, se hace por Vd. por su familia, amigos y colegas. Y por la sociedad entera. Por España. Y España entera debe hacerse responsable de esta ruina. En Barcelona piden una rebaja del 30% de un sueldo. De un solo político. Para pipas. No nos engañe. O pretenda.
Pasemos, un poco prematuramente, porque hay mucho de qué hablar, a lo práctico: ¿toda esta pérdida económica es a nuestro cargo? se pregunta el camarero, el mozo, el limpiacristales, el arrendatario, el repartidos del pan, el pescadero…

No creo que lo diga en serio; Vd. está distraído con otras cosas, quizá tiene un problema familiar, o de salud, o lo más seguro, político que es por lo que se mueve.

Y el colega le da con el codo: no seas duro, cuidado, que los políticos lo son aún más. Cuando dan la orden de bombardeo no piensan en las víctimas y nosotros somos nada. Mueren niños, sus madres, el padre impotente llora, más tarde huirá con el pequeño salvado y envuelto en una manta, con suerte, llegará a un infame campo de refugiados.

Estoy con Ros y Jos Ra en uno de los bares, en la calle; hace frio, en la pared han colocado unas resistencias que ofrecen un poco de calor; Carmen, camarera eficaz y cariñosa nos trae una tapa y no espera las gracias porque es así, buena y trabajadora. Pero lo mismo hubiera sido con Pedro en «Alamar» ahora cerrado, o donde Nando.

Vivir en Santander es un privilegio; ha pasado el vendedor de cupones, mi amigo compra algunos, me dice que ni los mirará, se trata de una ayuda.

Bendita España !Qué gran pueblo si tuviera buen señor!