Para Donovan, Jefe de Homicidios del Departamento de Policía de Los Ángeles, todas las pruebas eran concluyentes: se encontraban ante un caso claro de suicidio. No había huellas ni signos de violencia en toda la casa. Un frasco vacío de veinticinco comprimidos de paracetamol (suficiente para causar la muerte) y una carta de despedida, ambas pruebas junto al cadáver, reforzaban la tesis de Donovan. El agente especial Cooper, tras un análisis detallado del escenario del crimen, exclamó: “¡se equivoca, Donovan, George Gordon ha sido asesinado!”.
Si bien no había signos de violencia en el lugar de los hechos, Cooper llamó la atención sobre la disposición de tres objetos que no guardaban armonía en su forma de estar colocados con respecto al resto de objetos de la casa. Gordon era un neurótico que situaba todos los objetos en el centro exacto de los espacios donde los ponía. El primer argumento de Cooper era que estos objetos habían caído al suelo durante un forcejeo y puestos de nuevo en su lugar por el asesino, sin que éste tuviera en cuenta la neurosis que padecía la víctima.
El carácter metódico de Gordon era una nueva pista. La víctima guardaba sin excepción todos los comprobantes de compra, así lo demostraba un cajón del escritorio que contenía los comprobantes de compra de los últimos cinco años. El comprobante de compra del frasco de paracetamol no se hallaba en el cajón del escritorio. Además, un análisis de los comprobantes de compra demostraba que no era paracetamol, sino ibuprofeno, lo que Gordon acostumbraba a tomar. Que el frasco de paracetamol fue comprado por el asesino, y no por la víctima, era el segundo argumento de la tesis de Cooper.
La tercera pista era la más sólida. Cooper comparó la nota de despedida con otros textos de Gordon que había sobre su escritorio. La escritura de Gordon era perfecta, ni una sola falta ortográfica en todos los textos analizados; pero la nota de despedida contenía muchas faltas ortográficas. Un estudio grafológico demostró que la escritura efectivamente era de Gordon. El tercer argumento de Cooper era que Gordon fue obligado a escribir la nota, y que éste cometió intencionadamente las faltas ortográficas con el objetivo de llamar la atención y poner a disposición de los investigadores una prueba de que su muerte no se trataba de un suicidio.
Los tres argumentos del agente especial Cooper convencieron a Donovan, el Jefe de Homicidios. Ambos concluyeron que Gordon había sido asesinado. Pero aún faltaba por descubrir quién cometió el crimen y el móvil del asesino. Cooper leyó de nuevo la nota de despedida, esta vez con una lupa. Comprobó con gran sorpresa que determinadas letras habían sido escritas con más presión, y que esas letras formaban un nombre: Claudia Paulson. Gracias al ingenio de Gordon, éste les había facilitado el nombre del culpable sin que la asesina se diera cuenta. Investigaciones posteriores pusieron en evidencia que Claudia Paulson fue amante de George Gordon. Los datos hallados a posteriori facilitaron pruebas fehacientes para Concluir el informe: asesinato en primer grado. Para el agente especial Cooper no existía el crimen perfecto.
Juanjo Conejo