MI ODISEA EN EL ESPACIO. Juanjo Conejo

Cuando la noche cae sobre la ciudad y las calles están solitarias, cuando el silencio triunfa sobre los murmullos de las gentes y reina sobre el alboroto del día, busco desesperadamente una razón para seguir adelante. En la soledad de la noche, cuando la calma lo llena todo, escucho con claridad los latidos de mi corazón. Cuando no hay nadie en las plazas y la oscuridad me abofetea, cuando no puedo engañar a nadie con palabras ni esconder los sentimientos tras una máscara, te pregunto por el sentido de la vida. En ese instante, tu presencia me desborda de felicidad y me rodea de una fortaleza inexplicable. No me rendiré, aunque duela. Eres mi odisea en el espacio.

En esa oscuridad, en ese silencio, no encuentro excusas para claudicar, pues todo está ante la luz que conquistó a las sombras de la noche, y apareces dentro de mí con la fuerza de un ejército de estrellas, alumbrando mis rincones más oscuros. Como el agua que todo lo arrasa, me inundas con tus destellos de amor. Y te conviertes en una melodía angelical, sobre ella camino sin tocar el suelo, es la canción consoladora que escuché en el vientre de mi madre. Eres la flecha que traspasa mi coraza, eres el ojo que ve los tesoros escondidos en mi corazón. Eres el misterio que revela el viento con su lenguaje mudo y con una oración sin palabras. Eres mi odisea en el espacio.

Y a ese espacio, desconocido e infinito, me lanzas desnudo, como a un niño recién nacido, para que vea las riquezas de tu reino. Yo soy el que llora por las causas perdidas, con lágrimas de impotencia que son acunadas en tu regazo. En la inmedible altura del universo, tu canción es una nana para dormir a un hombre perdido. Tus palabras, las que se oyen en el desierto, son la medicina para el alma herida. Eres la tormenta que derriba las columnas de la esclavitud. Eres la brisa que besa las cicatrices de los lamentos. Eres la isla que hospeda al náufrago desamparado. Eres el agua prometida, que brota de la roca, para saciar al sediento. Eres mi odisea en el espacio.

Hay un secreto en tu mirada, en tus pupilas hay un mapa para los extraviados. Ha llegado la hora señalada, la hora escrita en tu sonrisa desde mi nacimiento. El bullicio del mundo va enmudeciendo durante el viaje que me lleva a tu morada, y la oscuridad va desapareciendo, víctima de la gloria que corona tu cabeza. La inmortalidad del amor del Rey me eleva al espacio y estalla en un millón de pedazos, y de cada pedazo surge un cohete de luces invencibles. Me voy acercando a la inmensidad del universo, a un espectáculo épico de fuegos artificiales que engalana con una epopeya la celebración de la victoria. Y me voy alejando de la tierra, sin dejar rastro de tristeza.

Juanjo Conejo