CENIZAS DE LOS MOMENTOS. Juanjo Conejo

Mientras tocabas el piano, me gustaba enredar tus cabellos entre mis dedos, la última nota era el beso que nos dábamos, tus labios aún tenían el sabor de la melodía. La noche es una rosa marchita, la noche es una estrella gloriosa, la noche es lo que tú quieras que sea. Y mi cuerpo se estremecía, cuando estaba unido al tuyo. Se rompía la cáscara, se escapaba mi alma, y quedaba tu piel cubierta con el sello de mi esencia. La noche es el ocaso del sol, la noche es el amanecer de la luna, la noche es lo que tú quieras que sea. Éramos cazadores de momentos, coleccionistas de instantes que guardábamos en el corazón. No había más tesoro en la tierra ni recompensa en el cielo que las horas que pasábamos juntos. Mi amor, no olvides nada de lo que vivimos; ata todos nuestros capítulos, con fuerza, en tu recuerdo. Hoy, la muerte nos separa en la tierra; mañana, nos unirá en el cielo.

Pero la memoria flaquea
y, al final de la carrera,
la vida le dispara
una bala en la cabeza.

Cenizas del tiempo,
esparcidas por el viento,
de los momentos lejanos
que se queman en el olvido.

Juanjo Conejo