UN CAFÉ FRÍO Y AMARGO (Y UN GATO LLAMADO DESILUSIÓN). Juanjo Conejo

El café ya estaba frío, demasiado tiempo pensando sobre qué tema escribir. Desilusión, mi gato, no dejaba de maullar a mis pies. Arrugué la hoja de papel, era la tercera, y la lancé a la papelera, no había nada nuevo bajo el sol, la historia se repetía, era el mismo perro con diferente collar. Crisis económica, corrupción política y desigualdad social, temas de actualidad tan viejos como la tierra. El grande se come al pequeño, los desfavorecidos no tienen las mismas oportunidades que los privilegiados, ancianos abandonados en residencias y ciudadanos que, por causa de una justicia inhumana, pierden su vivienda.

Di un sorbo al café, no me importó que estuviera frío y amargo, la vida también es así. Y sólo una esperanza, casi siempre imposible, nos da cada día la fuerza suficiente para seguir adelante. Tomé otra hoja de papel, me olvidé de la tecnología y, en mi vieja y ruidosa máquina de escribir, retomé mis principios del pasado. Escribiría sobre la supremacía del amor, un valor a la baja en un mundo dominado por la codicia, en un planeta herido donde cada día sale el sol de la indiferencia. En la lucha por mis ideales, no me importaría quedarme solo, estaría dispuesto a morir por alzar en la trinchera la bandera de la verdad.

Me miré al espejo, sonreí, a pesar de ver en mi rostro las huellas de tantos años perdidos, de vivir como una oveja más del rebaño, balando una triste canción, mientras caminan hacia el abismo de la destrucción. ¿Qué hay de andar los caminos que nadie pisó, de navegar por los mares de un sueño llamado libertad? Hay tinta en los tinteros gritando contra la injusticia, pero no hay plumas valientes dispuestas a denunciar. La verdad quedó silenciada, se vendió a los intereses del mejor postor, mientras un gato llamado Desilusión sigue maullando a los pies. Un café frío y amargo, el tiempo corre, pero aún hay tiempo de luchar.

Autor: Juanjo Conejo

Pintura: Gemma Castillo