UN CAFÉ DE ESPERANZA. Juanjo Conejo

Sólo hace falta una chispa para provocar un fuego, sólo hace falta una chispa para provocar un beso. Una chispa en el contexto de un café es un café con la esperanza de un beso. Y una chispa en el beso puede provocar un incendio. Al tiempo que transcurre entre la chispa y el incendio, lo llamamos pasión. Y cuando la chispa se apaga, la pasión muere. ¿Cómo mantener vivo el fuego?, la respuesta pertenece a otra asignatura.

Pero vamos a centrarnos en el café, en ese presente que está en nuestras manos, porque no podemos teorizar sobre un futuro tan sospechoso de vulnerabilidad. Hay cafés y hay cafés de esperanza. La diferencia está en la chispa, en la química para los químicos, en la empatía para los psicólogos, en los astros para los astrólogos, en el fluir para los espirituales y en la probabilidad/predictibilidad para los futurólogos.

Concluyendo, un café de esperanza es: un café con la esperanza de una mirada enamorada, una mirada enamorada con la esperanza de una copa traviesa, una copa traviesa con la esperanza de un beso robado, un beso robado con la esperanza de una noche de pasión, una noche de pasión con la esperanza de un amor verdadero.

Un café con la esperanza de una mirada enamorada

Era la primera cita, estaban preocupados por la primera impresión que causarían en ese encuentro. Ambos deseaban hallar una chispa de atracción en la mirada del otro. Sorbos de café, conversación e ilusión. El misterio estaba servido en dos tazas. Y se produjo el brillo en las pupilas, no era un brillo cualquiera, era esa luz inexplicable que la ciencia no sabe explicar.

Una mirada enamorada con la esperanza de una copa traviesa

Llevaban dos horas conversando, las miradas se encendían cada vez más. Los dos querían más tiempo, se sentían embriagados de bienestar. Los dos cafés dieron paso a otra escena, ahora el misterio estaba servido en dos copas. A cada minuto que pasaba se sentían más cómodos, más cercanos, podían ser ellos mismos sin necesidad de interpretar ningún papel.

Una copa traviesa con la esperanza de un beso robado

Y las copas, cada vez más cerca la una de la otra, sonreían traviesas en sus manos, era el anhelo desesperado de degustar el paraíso en los labios. La cafetería se convirtió en un universo donde sólo existían dos planetas: Marte y Venus eran dos bocas sedientas. Ahora, las copas estaban juntas, estaban vacías, pero llenas de estrellas, a la espera de un beso entre los afortunados.

Un beso robado con la esperanza de una noche de pasión

Se enciende el fuego en la colisión de dos bocas que han sido unidas en una alineación perfecta de los astros. Corazones acelerados, corre veloz la sangre por las venas. Una explosión de átomos alocados es la antesala del milagro, de la música que baila en el contorno de los labios. Y el huracán crece, se desborda de tal manera que las olas derriban las paredes de la cafetería.

Una noche de pasión con la esperanza de un amor verdadero

Y llega el naufragio en la habitación del hotel más cercano. Dos cuerpos desnudos, de dos ángeles humanos que no tienen nada mejor ofrecer, que lo dan todo sin miedo y desde el corazón. Pieles mojadas, de sudor y de esencias: son las pruebas definitivas del deseo. Y, después, la pasión halla la calma del alma con palabras honestas. Y, a la mañana siguiente, triunfa el amor.

Juanjo Conejo