Vacunas covid omicron. J.L. Quintana

Sueño

Y pasó el tiempo de la pandemia que llamaron Covid y más tarde omicron, esta última, mutación de la primera, eso sí, mucho menos agresiva que la anterior pero, ojo, sin descuidarse, aplicándose una tercera dosis de una de las varias vacunas llegadas al mercado con los derechos habituales de los laboratorios lejanos.

El día de hoy 28/01/2022 parece que marcará una etapa nueva, la idea de un documento personalizado que asegura haber recibido tres vacunas parece que no va a ser obligatorio y por lo tanto tampoco la prohibición a la hostelería de exigirlo. Parece que entramos en la liberación de las mascarillas y de ahí a no cumplir con la obligatoriedad de mantener una distancia con el vecino no hay más que un paso.

No hay que olvidar la coincidencia de varias medidas, hablamos del 2020, cuando los medios de comunicación remacharon día tras día el gran peligro del, para el ajeno a la sanidad, temible virus. Se cerraron los ambulatorios a las consultas ordinarias, es decir, se cambió el método. Se organizó un sistema de consulta telefónica, previa solicitud a centralitas que no daban abasto, con lo que los supuestos pacientes, supuestos como resultado de una exagerada propagación de situaciones alarmantes, miles de enfermos de aprehensión, como los de Moliere, hacían fila de espera en los hospitales de toda España. Enormes hospitales de campaña acogían a todos aquellos que tras una prueba que más tarde se consideró como nada segura, daban positivo. Los no atendidos porque las llamadas eran por millones, recordaban «La Cabina» de López Vázquez, dando golpes en el cristal sin que nadie le oyera. Terrible, el miedo, la ansiedad que derivó en depresión en muchos casos. Enfermos crónicos no atendidos porque los hospitales estaban más que saturados.

Voces autorizadas clamaban por la calma, que no es tan grave, decían, médicos, virólogos, que este virus ya se conocía hace años. Curiosamente la gripe de todos los años y sus vacunas no las recordó nadie. Todos los años cientos de muertes por su causa, decían, y en estos dos años ni un solo afectado. Raro, raro, raro.

Entre tanto el primer ministro de Gran Bretaña organizaba sus fiestas, se bebía y se reían. ¿De quién?. El presidente de México fue más claro: «tómense un paracetamol y si es preciso a sudarla»

Luisa, indisciplinada, no se ha vacunado de ninguna de las tres, eso sí había aprovechado la numerosa oferta de sprays y geles que se impusieron a la entrada de las consultas, comercios, incluso en las oficinas donde el obsesionado de turno miraba malévolamente al que no hacía uso del obligado jaboncillo. Lo de la mascarilla es más importante «por encima de la nariz, por favor» ordenan. Hay quien lleva doble mascarilla y miran a derecha e izquierda, otros Torquemada.

Luisa no le dice a nadie que está sin vacunar, claro los periodistas, algunos, han sustituido a las porteras en su puesto de vigilancia cuando comentaban a la del tercero la clase de novio que tenía la del segundo. Estas porteras cumplen con su oficio sirviendo a quien les paga. ¿No defiende el abogado al culpable confeso? Pues eso: a defenestrar a un presidente o alabar la postura del truhan, el cliente es el cliente. Así que Luisa se va a la cama, es pronto y sintoniza la emisora local, la periodista lo explica claro: «Después del parto la vagina se me ha quedado como una hamburguesa», esto no le interesa mucho y varía el dial, en este han ocupado el espacio contra los no vacunados como hasta ahora por la nueva ola: Rusia y EEUU despliegan sus tropas en el corazón de Europa tratando de prender fuego en casa del vecino.

Luisa al fin duerme, pero sueña, han cambiado al consejero de sanidad y su mensaje se trasmite por todos los medio a su alcance: «Las aguas de Puertochico en Santander gracias a un tipo de algas fruto de los vertidos acumulados en los últimos cien años han adquirido unas propiedades inigualables, con un solo baño de quince minutos se recupera totalmente la salud» Luisa sigue dormida y el sueño continúa, a los pocos días llegan trenes repletos de pasajeros con destino a las aguas milagrosas, autobuses desde La Mancha, Andalucía llegan por cientos, una locura.
En otro lugar lejano el sanitario y sus compinches se bañan en champagne mientras ríen a sus anchas.

J.L.Q.