MEMORIAS DE SEVILLA. Juanjo Conejo

En abril de 1959 (del 18 al 22), Karen y Denis estaban en Sevilla. Karen era periodista del diario “The London Times” y Denis era fotógrafo de la revista “National Geographic”. Los dos sentían pasión por la comunicación, ella por medio de las palabras y él a través de sus fotografías. Se conocieron durante de Feria de Sevilla, en la Plaza de España. Karen estaba tomando notas para una crónica de su viaje, Denis estaba tomando fotos para un reportaje fotográfico. Chocaron accidentalmente, a Denis se le cayó la cámara al suelo, Karen se agachó para recogerla. Cuando cruzaron sus miradas, se echaron a reír. Los dos pensaron que fue una colisión del destino.

Pasearon juntos toda la tarde por el centro histórico y navegaron por el río Guadalquivir. Visitaron la Torre del Oro, la Giralda de Sevilla y el Puente de Triana. Al llegar la noche, cenaron en el restaurante del hotel donde se alojaban. Durante el café, hablaron sobre arte y filosofía. Ese fue el café más largo de sus vidas, sus manos acabaron unidas. Cuando acabó la velada, ambos se dirigieron cada uno a su habitación. Estaban alojados en la misma planta, sus puertas eran contiguas. Cada uno abrió su puerta, se miraron con un guiño y una sonrisa pícara. Al día siguiente, los clientes del hotel relataron que la noche anterior oyeron profundos y extraños suspiros.

En los cuatro días siguientes, Karen y Denis profundizaron en su amistad. Esos fueron los cinco días más felices que recordaban. Llegó, sin remedio, el día de la despedida. Karen y Denis regresaron a sus respectivas ciudades, a sus trabajos, a sus rutinas habituales. Pero se enviaron cartas mutuamente que lograron mantener el fuego de la pasión que les unía. Denis a Karen: “El sol que nos ilumina es el mismo, nuestros corazones están cerca”. Karen a Denis: “Aunque la distancia nos separe, nuestro amor prevalecerá”. Volvieron a verse al año siguiente, durante la Feria de Sevilla de 1960. Se amaron con el fuego de un año de espera, sus llamas quemaron el tiempo.

El mismo hotel, el mismo restaurante, el mismo largo café, mientras hablaban de arte y filosofía. Las mismas habitaciones contiguas, las mismos guiños y sonrisas pícaras, los mismos suspiros misteriosos. Karen y Denis no volvieron a separarse, contrajeron matrimonio en Sevilla. Regresaban todos los años, como la Feria de Abril. Este romance duró hasta la muerte de Denis, cincuenta años después. Denis fue enterrado en Sevilla, Karen fijó allí su residencia y visitaba con frecuencia su tumba. Siempre llevaba al cementerio dos tazas de café y hablaba con Denis. Antes de marcharse, limpiaba el abanico y las castañuelas que adornaban su lápida con un trozo de cielo.

Juanjo Conejo