LAS CARTAS ROMÁNTICAS DE SALCON EMIROI (XIII). Juanjo Conejo

Mi deseada dama:

Tal como le dije en mi anterior carta, no le ocultaré mis deseos. Sembrar con besos su piel y en cada beso poner el alma. Recorrer con mi boca cada curva de su cuerpo y encender el fuego en sus labios. Besar sus entrepiernas, como quien besa las flores con la esperanza de un nuevo amanecer. Colocar carbones en su monte de venus y esperar a que su volcán entre en erupción. Acercarme como un delincuente a su cueva de marfil y beber de ella el aceite del deseo. Luego, giro inesperado, dejar el manjar para otro instante, y poner rumbo hacia sus dos torres. Lamerlas, hasta erguirlas como mástiles de bandera. Mirar sus ojos, disfrutar el mensaje de sus pupilas. Descender al Edén, deleitarme con el pálpito de la perla de la concha. Prepararme para el abordaje, navegar mar adentro sobre la ola de un suspiro. Iniciar el viaje al paraíso en la órbita caótica de los gemidos, hasta acabar extasiados, sudorosos y rendidos. Dormir el dulce sueño de los náufragos. Y despertar con la fragancia de nuestras esencias íntimas, insinuándonos con descaro a comenzar de nuevo.

Completamente suyo,

Salcon Emiroi

* Nota: Esta carta forma parte de la colección “Las cartas románticas de Salcon Emiroi”, del autor Juanjo Conejo.