LAS CARTAS ROMÁNTICAS DE SALCON EMIROI (XII). Juanjo Conejo

Mi deseada dama:

En nuestra primera cita, no pude apartar mi mirada de su boca, en ella vi todos los tesoros del mundo. Sólo me atreví a un beso robado, que fue generosamente correspondido, como si la vida me hubiese premiado por alguno de mis méritos. Pero no tengo mayor mérito que ceder a su belleza, a quedarme boquiabierto con su encanto distinguido. Ese beso desencadenó en dos besos más, cada vez más apasionados, que me dejaron extasiado, como si hubiera tomado alguna droga y mi cuerpo flotara en el éxtasis. Esos tres besos me dejaron marcado, sediento de su boca. Han pasado tres meses desde ese encuentro, y ya la he imaginado más de cien veces, la he imaginado dulce, y también salvaje. La he visto en mis sueños, la he deseado de forma sagrada, y también con lujuria. Seré franco con usted, no le oculto mi deseo. Por favor, no me castigue por ser sincero. Ponga usted fin a mi fiebre, a mi desespero por sentir su cuerpo desnudo sobre el mío. Le ruego que me conceda una segunda cita. Pero le advierto que, si me la concede, seré menos paciente, más irrespetuoso.

Completamente suyo,

Salcon Emiroi

* Nota: Esta carta forma parte de la colección “Las cartas románticas de Salcon Emiroi”, del autor Juanjo Conejo.