LAS CARTAS ROMÁNTICAS DE SALCON EMIROI (XI). Juanjo Conejo

A la dama del lago:

Creo que me he enamorado de usted. Seguramente se reirá de mí, porque piense que es de niños enamorarse y yo no soy precisamente un niño. Pero soy un hombre valiente, y por eso le escribo mi segunda carta, arriesgándome a su rechazo. No pierdo la esperanza, quizá tenga la fortuna de su aprobación. Esta noche es la verbena de San Juan. Ya sabe que en la plaza de la iglesia se celebra el baile tradicional. Por favor, baile conmigo. Si acepta mi petición, póngase un vestido blanco, así sabré que ha decidido convertirme, al menos por una noche, en el hombre más agraciado del mundo. Para que me reconozca, llevaré un traje blanco. Entretanto, soñaré con ese pan que suele echar a los patos del lago. Ojalá esta noche, cuando suenen las doce campanas, ponga usted un poco de ese pan en mi boca, con esos dedos que desprenden leche. Si lo hace, hágalo como el preludio de un beso. Y ponga fin a mi tortura, dándome la miel de sus labios. Aún desconozco su nombre, su buzón no lo indica, espero que lo susurre en mi oído, mientras recoloca mi sombrero blanco.

Afectuosamente suyo,

Salcon Emiroi

* Nota: Esta carta forma parte de la colección “Las cartas románticas de Salcon Emiroi”, del autor Juanjo Conejo.

Juanjo Conejo