LAS CARTAS ROMÁNTICAS DE SALCON EMIROI (X). Juanjo Conejo

A la dama del lago:

Esta tarde la vi pasear junto al lago. Observé cómo desmenuzaba delicadamente los trocitos de pan y los echaba sobre el agua para dar de comer a los patos. Sus manos destilaron leche. Deseé ser uno de esos patos. Usted no me vio, escondí con disimulo la mirada tras el libro que estaba leyendo. Su presencia me anonadaba y deseé salir corriendo. Me detuvo el deseo de mi corazón, deseaba que mis pupilas disfrutaran del inmenso placer de ver su cuerpo contonearse con la gracia de las gacelas, mientras caminaba alrededor del lago. No soporto más este tormento. Si tuviera la dicha de saborear la miel de sus labios, alcanzaría el cielo antes de morir. Después, la seguí, quería saber dónde vivía. En este momento, estoy en la cafetería que hay frente a su casa, escribiéndole esta carta con la mano temblorosa. En mi desesperación, ya he tomado tres cafés, no sabía cómo comenzar esta carta. Me apremio a terminar estas líneas, porque el camarero me avisa, amablemente, de que van a cerrar la cafetería. En breve, depositaré la carta en su buzón.

Sinceramente suyo,

Salcon Emiroi

* Nota: Esta carta forma parte de la colección “Las cartas románticas de Salcon Emiroi”, del autor Juanjo Conejo.

Juanjo Conejo