LAS CARTAS ROMÁNTICAS DE SALCON EMIROI (VIII). Juanjo Conejo

A la duquesa de Castilla:

En la fiesta que hace tres días celebró en su casa, me dejó perplejo. Si la trataba como a una dama deseable, se incomodaba; si la ignoraba, se sentía menospreciada. ¿Cómo quiere que la trate? Usted es duquesa, pero también una mujer. Puedo tolerar una nariz grande, incluso una boca pequeña, pero no soporto a las mujeres engreídas. No he conocido en toda Castilla a una mujer más fría, le aseguro que he recibido más cariño de algunas prostitutas. Cuando paseo por las calles de Toledo, hasta las damas más distinguidas se inclinan para saludarme. Sin embargo, usted es de piedra. No obstante, ¿por qué se enfada cuando me ve cortejar a otra dama? Muchas obras de arte hay en su casa, pero usted tiene el alma vacía. No me importa tratarla como a una duquesa, pero prefiero a una mujer que se emocione y llore con la belleza de un poema. En mi casa no existen objetos de lujo, pero cuando viajo a África los niños hambrientos comen de mi mano. Duquesa de Castilla (duquesa de hielo), le sugiero que se aparte de mi camino, usted nunca me inspirará un poema.

Le ruego que no me envíe más invitaciones a sus fiestas,

Salcon Emiroi

* Nota: Esta carta forma parte de la colección “Las cartas románticas de Salcon Emiroi”, del autor Juanjo Conejo.