EL ÚLTIMO TREN A LA TIERRA DEL ADIÓS. Juanjo Conejo

El tiempo se nos escapa de las manos, el tic tac del reloj de la estación es un sonido cruel. El nuestro es un amor imposible, condenado desde el principio a fracasar. Cada uno pertenece a un mundo diferente, nuestro primer encuentro fue un accidente. En mi mente, nuestra canción de piano, sus notas son puñales que me hieren con el filo de su melodía. Estamos esperando el último tren, y en la estación tan sólo tú y yo. El quererte me quema, siento que me arrancan el corazón. La miel de los últimos días me ha dejado un sabor amargo, cada una de tus caricias son roces de dolor. No soy capaz de besarte, sólo quiero abrazarte. Te miro a los ojos, espero ver en ellos una luz de esperanza. Intento retenerte con un abrazo, impedir que la distancia nos imponga su ley. Me duele tanto que no puedo llorar. Quizá en otro tiempo nuestro amor hubiera podido funcionar. Quisiera subirme a ese tren contigo, pero no puedo. Es imposible retener el viento, conservar el agua en un puño. Gracias por revivir en mí emociones que había olvidado, sentimientos enterrados en algún lugar del alma. Despertaste en mi corazón sensaciones de mi añorada juventud, tiempos en los que el amor no era tan complicado. Escucho el tren llegar a la estación, mi corazón a punto de sangrar, y tú te alejas, huyendo de mis brazos. Mi alma te persigue en tu rápido caminar, subes al tren, mis ojos nunca más volverán a verte. Sigo al tren con la mirada enrojecida, siento la rabia de la impotencia. Y mis labios tiemblan al decirte adiós.

De repente, aparecen mil imágenes en mi mente, sensaciones indescriptibles que jamás olvidaré. Te veo marchar, muero por dentro. Quiero correr, y no puedo; quiero gritar, y mi boca es muda. Debo tomar una decisión, es ahora o nunca. La vida nos ha dado una segunda oportunidad, ¿por qué desaprovecharla?, ¿quién puede prohibirnos el amor?, ese amor que esperamos toda la vida, con el que soñamos cada noche abrazados a la almohada y llenándola de lágrimas de soledad. Despierto de golpe, el tren ya comenzó su lento trajinar. Tú estás con lágrimas en los ojos, mirando el vacío, construyendo en el aire tu mundo y el mío. Y mis piernas se mueven, apuro el paso, acelero el ritmo, mirando el tren, como deteniéndolo con la mirada. Y corro, corro con todas mis fuerzas, corro con las ganas que me da nuestro amor, corro sin miedo a tu encuentro, sin pensar en nadie más que en nosotros dos. Subo al tren, que acelera su marcha, y alcanzo a tomar tu mano. Te miro a los ojos, y el encuentro se funde en un beso apasionado, un beso donde se firma el verdadero amor. Me siento a tu lado, viendo los paisajes del recorrido y disfrutando de este momento que el destino nos regaló. Hoy empezamos a escribir un futuro diferente. Tú, yo, y este tren que recién comienza su alegre recorrido, como nuestra historia de amor.

Juanjo Conejo