EL TEMPLO DE LAS CABEZAS CORTADAS. Juanjo Conejo
Empuñó el arma asesina, la tecnología nació para matar. Las ruinas del templo griego, en las afueras de la ciudad, eran la clara evidencia de que lo antiguo ya no era de interés, estábamos inmersos en la era digital. Allí, en ese lugar abandonado que nadie visitaba, entre columna y columna de un tiempo remoto que nadie recordaba, enterró las cabezas de todas sus víctimas. Era fruto de la ciencia, pero u instinto era primitivo. Miró el reloj de su muñeca, fabricado con la más avanzada tecnología, era la hora exacta para su próximo crimen. En su muñeca, la revolución digital; en su mente, la depravación. Matar nunca queda obsoleto, aunque avance la ciencia.
Pasos solitarios en medio de la noche, un cordero inocente se acerca a un destino irremediable, será el sacrificio perfecto. Un sonido repentino, el crujir de hojas secas bajo los pies, la víctima se detiene, una potente luz que ciega sus ojos, el reflejo de la luna sobre un cuchillo alzado, movimiento veloz, fuerte, certero, y un cuerpo que se desploma sin vida sobre el suelo. Ruido carrasposo, de sierra oxidada, y una cabeza más para el saco de las cabezas cortadas. El murmullo desgarrador de un saco viejo que es arrastrado sobre las hojas secas hasta las ruinas del templo griego. Jugada perfecta, una pieza más para el museo de las mentes obsoletas.
Avanza la tecnología con rapidez, las novedades de hoy, mañana serán obsoletas, pero el crimen sigue estando de moda. Sonrisa en el rostro del ejecutor, su mente está llena de locura, quiere llenar el templo con las cabezas de los hombres más sabios de la ciudad, un sacrificio al dios de la ignorancia. Era moderna, la ciencia ha roto fronteras, pero muchas mentes siguen enfermas. Otra noche, otra víctima, otra cabeza. El ejecutor miró, una vez más, su reloj de última generación, empuñó el cuchillo antiguo de coleccionismo, el crimen no sabe de tiempos. No hay vuelta atrás, todos corremos hacia un abismo llamado tecnología moderna.
La tecnología sin sabiduría es un monstruo que nunca se detendrá. En el siglo XXI, hay mucha gente con la cabeza cortada. No pienses, no opines lo contrario al régimen, deja que el sistema piense por ti. Ahora, no se queman libros, se cortan cabezas. En esta sociedad, se mide la valía por la adaptación a lo establecido, no por los ideales morales. Piensa como la multitud, ese es el eslogan, ese es el cuchillo homicida. Dictadura disfrazada de democracia, esa es la máscara del asesino. Cuando todas las cabezas estén cortadas, el camino será llano para el nuevo imperio. En las afueras de la ciudad, entre las ruinas de un templo griego, la muerte te espera.
Juanjo Conejo