EL ESCRITOR DE SUEÑOS. Juanjo Conejo

Las palabras no pueden quemarse, a menos que estén escritas sobre el papel y sean echadas en el fuego. Pero aquellas palabras que llegaron al corazón nunca serán destruidas, vivirán eternamente en el campo de las almas.

El escritor de sueños vivía en las zonas subterráneas de la ciudad de Dreams City, porque en la superficie, donde todos los días el sol nace para pobres y ricos, no había lugar para él, no había lugar para un alma revolucionaria. Su rostro pálido como la nieve, totalmente exento de los rayos del sol, reflejaba no obstante una luz procedente del profundo amor que albergaba en su corazón. Desde las profundidades de su alma escribía, para llegar al hogar cálido de las emociones, el corazón.

Sus textos llegaban a todos los habitantes de Dreams City, provocando lágrimas, suspiros, despertando los sueños, una vez perdidos en algún lugar del tiempo. Las letras del escritor de sueños estaban vivas, transmitían la sangre que corría por sus venas, sangre caliente, aunque sus manos estuviesen frías por la humedad del mundo subterráneo donde vivía.

Pero no todos estaban contentos en Dreams City, los gobernantes habían ideado un plan para hacer salir al escritor de sueños a la superficie, atraparle y deshacerse de él para siempre. A los gobernantes no les interesaba que el escritor de sueños hiciera renacer la esperanza a aquellos que la habían enterrado hace ya mucho tiempo. Para ellos era más fácil dominar a los que habían perdido su fe, y se habían resignado al estado actual de las cosas, a los que se habían rendido entregando sus sueños.

El plan maestro de los gobernantes funcionó, y el escritor de sueños fue apresado y conducido a la plaza central de Dreams City, entre los abucheos de unos y las lágrimas de otros. Unos le arrojaban tomates maduros y le insultaban, otros no podían ni hablar del dolor que experimentaban. El escritor de sueños fue sentenciado a muerte, sin derecho a un juicio justo, se le negó la posibilidad de defenderse y de ser defendido por abogado alguno. El verdugo sacó su espada, y con una sonrisa burlona dibujada en su rostro, atravesó el pecho del escritor y le arrancó el corazón, arrojándolo seguidamente a la hoguera para que ardieran todos los sueños de su corazón.

Primero silencio sepulcral, después un mar de gritos de profundo dolor, mientras los gobernantes sonreían, por fin habían vencido al escritor de sueños. Los seguidores del escritor de sueños tomaron su cuerpo y lo enterraron en la parte más alta de la montaña, en un lugar donde cada día le diera el sol, para que olvidara los días de su triste soledad en las zonas subterráneas. Lo enterraron entre canciones, poemas y sollozos. Lo enterraron como si ellos mismos hubieran muerto juntamente con el escritor.

Al día siguiente toda la montaña estaba nevada. Al día siguiente el cuerpo del escritor no estaba en la tumba. El corazón del escritor se había convertido en millones de millones de copos de nieve, vistiendo de color blanco toda la ciudad de Dreams City. Todos los habitantes de Dreams City, excepto los gobernantes, comenzaron a escribir acerca del amor y de la esperanza, acerca de la fe, de los sueños y de la ilusión. ¿Puede un corazón ser destruido por el fuego? El escritor de sueños aún estaba vivo, se había convertido en un innumerable ejército de escritores de sueños.

Dame la mano, miremos juntos la montaña nevada, el escritor de sueños no está en la tumba, él vive por siempre en cada palabra que brota del corazón, en cada gesto de amor, en toda alma que no pierde la esperanza y en un pequeño grano de fe.

Juanjo Conejo