¿Café?. J.L. Quintana

El trece de mayo, día de la Virgen de Fátima pasó un tanto inadvertido, demasidas noticias poíticas paralelas a una guerra a la que no nos queremos enfrentar, la conocemos pero miramos hacia otra parte, porque pensar o discurrir cuesta y dejarse llevar por las noticias diarias, las domésticas, distrae y compromete menos la conciencia. Los voluntarios de los medios de comunicación o redes ponen su énfasis en adverencias para ellos sin discusión, de lo perjudicial de los aceites distintos a los de la aceituna con pavorosos efectos en la salud humana. Mi amigo José Ramón es amante del café y me recuerda su olor característico que se apreciaba hasta en los últimos rincones del hogar. El olor del café se ha perdido, al menos en España. J.R. lo ha intentado todo, café colombiano extra adquirido en una «delicatessen» a precio de tal lugar; molida la cantidad justa para la infusión del momento, empleado el sistema viejo de puchero y reposo, en el artilugio de presión…,y solo aguachirle. ¿Qué pasa con los alimentos tan lujosamente envasados cuyo contenido vale menos que el bonito envase, cilindro de cartón de primera, en su interior una delicada bolsa, primorosa se decía hace tiempo, estanca, con lacito y cuyo contenido, grano entero de café, ni huele ni sabe? Las noticias de periódico, radio y teleuve no tienen color, ni sabor,  ni credibilidad. En Lisboa se reunen hoy día veinte de mayo, los amos de este nuestro mundo occiental, la presencia de Ana P.Botin me tranquiliza, con su presencia, espero, el café será café.

J. L. Quintana