El dia del trabajador. J.L. Quintana

Cuando la conocimos ya hablaba castellano bastante bien y lo entendía todo. Alta y fuerte, mirada directa, franca, un certificado de confianza.

Se llama Mori, asi lo pronuncia ella, viene a menudo por casa, siempre sonriente, enérgica, cariñosa por naturaleza, sin esfuerzo ni interés, nos habla de su madre que quedo en la aldea rumana con dos nietos hijos de su hermana también emigrante en España.

Han pasado los días, Mori sigue frecuentando nuestra casa, muchos días, cuando no llega la echamos en falta, ya es casi una necesidad su visita, su compañía, su charla sencilla, amable. Nos regala esa paz tan necesaria en estos días de guerras, abusos, disputas políticas, persecuciones…, que dejan el alma herida, casi de muerte y todo bajo un silencio de muerte y destrucción, de llantos y dolor quedan lejanos en el espacio y en el tiempo por pequeñas ruindades casi caseras que se airean para distraer del caos humano, tan próximo.

Hoy ha vuelto Mori, Nilo su marido tiene dolores, se encuentra mal y ayer le acompaño al hospital para un reconocimiento. Mori esta seria y no sonríe. Nilo trabaja en la carga y descarga de productos contaminantes. Maneja una pala y en la cabina cerrada no puede seguir con el calor, abre la ventanilla y asi respira el polvillo de la muerte.

-Mori, ¿estas preocupada?, le dije. Y Mori calla, hace frio, es el dia del trabajador y Nilo está en casa .Esta noche se miraran en silencio, los dos pensaran en su aldea natal, en sus familias, en su migración buscando un mundo mejor y me imagino a Moni ocultando un sollozo.

J.L. Quintana