Fernando Fernán Gómez. J.L. Quintana

Me cuenta Javier que nunca leyó los artículos de Fernando Fernán Gómez, en adelante F.F.G. como redactan los leguleyos, porque su autodenominación de cómico le había forzado a clasificarlo como banal o risible aunque la risa produzca uno de los estados mejores de ánimo .Y es que a F.F.G. le gustaba definirse así en su magnífica obra «Viaje a ninguna parte» lo repite, lo impone: cómico, cómico, cómico. Y es que es así en su papel de actor ambulante. Se trata de hacer reír al público, alegrarlo, que ría y aplauda, que aplauda mucho y el eco de las risas llegue hasta el pueblo próximo, que se llene el teatro y al pasar la gorra recauden lo suficiente para cenar esa noche y pagar la pensión, pensión humilde donde dormirán las tres mujeres de la compañía en la misma habitación.

El actor y autor F.F.G. cree que le sale bien el papel de gangoso, que lo ha perfeccionado y que el público ríe, y de eso se trata. Y ahí es donde yo creo que se equivoca. F.F.G. como él mismo se define, ni es atlético ni se considera atractivo, en otra parte explicará que él es cómico porque eso le facilite tener cerca una mujer a la que abrazar aunque sea en la escena. Y esto tiene una ventaja, el galán guapo es muy aplaudido por las señoras en tanto los maridos, esto lo he oído yo, pueden decir «que se vaya a tomar por el culo», lo contrario que con F.F.G. desgarbado y gangoso, todos contentos, felices y aplausos.

Claro, Javier es amante del circo y allí los cómicos son los payasos como nuestro hermano Tonetti o el legendario Ramper y Ramperín. Ramperín cuya acción humanitaria está inmortalizada en la plaza de Mustik, la localidad más próxima a Cantabria. Aquellos cómicos-payasos tenían su personal maquillaje, no así el «carablanca» siempre formal y listo aparente. Los habituales al circo siempre hemos reído y aplaudido al payaso, incluso nos solidarizábamos con él.

Magnífico como autor y como actor, considerado en los ambientes artísticos y literarios como uno de los principales y básicos pilares del teatro, cine y literatura. Su obra «El viaje a ninguna parte» representada hace unos días en el Palacio de Festivales de Santander puede ser el principio de una nueva época de música y teatro renovadores de la atonía sufrida estos últimos años.

J.L.Q.